El comienzo de la guerra


La victoria presidencial de Lincoln en 1860 desencadenó la declaración secesionista de Carolina del Sur. En febrero de 1861 otros seis estados habían firmado declaraciones similares. El día 7 del mismo mes, lo siete estados adoptaron una constitución temporal formando los Estados Confederados de América y establecieron su capital en Montgomery, Alabama. Inmediatamente después de la fundación de la Confederación se desarrolló una fallida conferencia con la que se pretendía atajar la crisis tras la cual los otros ocho estados esclavistas rechazaron apartarse de la Unión. Las fuerzas confederadas tomaron la mayor parte de los fuertes federales que había en sus territorios. El presidente Buchanan protestó pero no llevó a cabo ninguna respuesta militar aparte de un fallido intento de reforzar Fort Sumter mediante el barco Star of the West, el cual fue incendiado antes de que consiguiese llegar al fuerte. Sin embargo, los gobernadores de Massachusetts, Nueva York y Pensilvania comenzaron a comprar armas y a entrenar sus milicias.

El 4 de marzo de 1861, Abraham Lincoln juró su cargo de Presidente. En su discurso inaugural indicó que la Constitución era la unión más perfecta y que declaró legalmente nula toda secesión. También afirmó que no tenía ninguna intención de invadir los estados sureños ni acabar con la esclavitud donde aún era vigente pero que usaría la fuerza para mantener las posesiones federales. Su discurso acabó con un llamamiento a la restauración de las fronteras de la Unión.

El Sur envió delegados a Washington y ofrecieron pagar por las propiedades federales y firmar un tratado de paz con los Estados Unidos. Lincoln se negó a llevar a cabo cualquier negociación con los confederados ya que firmar cualquier tratado con ellos sería reconocer a la Confederación como un gobierno soberano. Sin embargo, el Secretario de Estado, William Seward, mantuvo diversas reuniones no autorizadas con los agentes confederados, aunque fracasaron.

Fort Sumter, Fort Monroe, Fort Pickens y Fort Taylor eran los únicos fuertes que permanecían en manos federales en territorio confederado y Lincoln estaba decidido a mantenerlos bajo su mando. Bajo órdenes del presidente confederado Davis, las tropas del Sur dirigidas por Pierre Gustave de Beauregard bombarderaron Fort Sumter el 12 de abril, forzando la rendición del fuerte. Muchos norteños acudieron a la llamada de Lincoln a todos los estados para que enviasen tropas para recuperar los fuertes perdidos y mantener la Unión. Como hasta el momento la rebelión parecía pequeña, el presidente estadounidense pidió reclutar a 75.000 hombres durante 90 días. Algunos meses antes de estos sucesos, algunos gobernadores ya habían reclutado sus propias milicias estatales, las cuales comenzaron a moverse al día siguiente de la orden presidencial.

Cuatro estados del alto Sur (Tennessee, Arkansas, Carolina del Norte y Virginia) que hasta el momento se habían negado a unirse a la Confederación rechazaron entonces enviar tropas contra sus vecinos, declararon su independencia y se adhirieron al Sur. Para premiar a Virginia, la capital confederada fue trasladada a Richmond. La ciudad fue el símbolo de la Confederación. Richmond estaba en una posición muy vulnerable al final de una difícil línea de abastecimiento. Aunque estaba muy fortificada, los víveres se vieron reducidos tras la captura de Atlanta por Sherman y prácticamente anulados tras el asedio de Grant de la ciudad de Petesburg, desde la que se abastecía a la capital del Sur.

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